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El trabajo no es una maldición, sino una bendición, James Russell Lowell.
Comienzo con esa frase tan verdadera y contradictoria a la vez, y es que, si bien el trabajo es una de las cosas más maravillosas que nos puede pasar, ya que con él llenamos de abundancia nuestras vidas y no solamente monetariamente hablando; si no también adquirimos conocimientos y experiencia. Aunque muchas veces esa experiencia se torna tormentosa y llena de desafíos, en donde los conocimientos que tal vez tengas que adquirir dentro de un trabajo te cueste tanto desgaste mental y emocional.
Seamos honestos, cuántos de nosotros no nos hemos topado con el típico ambiente tóxico en dónde el jefe no te deja aprender más por miedo a que le quites su puesto, y perdón si tú eres de esos jefes (si gustas puedes dejar de leer mi artículo o no y cambiar tu perspectiva); o que tal un temible compañero que todos los días te mira con desdén porque destacas más que él, pero él mismo no hace nada extra para que su personalidad sea más agradable o productiva. Debemos también mencionar que hay otras extraordinarias personas con las que nos topamos que hacen de nuestro andar mucho más ligero y a las cuales hay que estarles agradecidos infinitamente.
No es una queja sobre el mundo del reclutador, es observación
Cabe aclarar que éste no es un artículo para quejarme amargamente de los empleos, simplemente es plasmar lo real que se vive día con día en esta área, ya que a mi parecer como especialista en atracción de talento he escuchado tantas historias de terror de mis colegas y las propias. Mi punto es poder compartir lo que en largos 10 años he podido aprender y poner en práctica para que mi día a día sea más llevadero y eso es la capacitación constante fuera de mi centro de trabajo; y es que si bien todas las áreas tienen su complejidad yo me enfocaré en lo frustrante que puede llegar a ser el trabajar como reclutador con todas estas eventualidades que se nos ponen enfrente y aún más si nos resistimos a querer aprender nuevas cosas para poder aligerarnos la carga.
En éste breve artículo doy mi punto de vista de lo importante que es aprender alguna técnica diferente para los procesos de selección (en mi caso la grafología), por que a diferencia de lo que todos pensamos y como siempre se dice… el conocimiento es poder, y mientras más sepamos y nos volvamos expertos en nuestro campo de trabajo más propensos seremos a solucionar algún problema que se nos presente sin sentir esa ansiedad típica que nos aborda al momento de que sucede o simplemente tener todas las armas para poder amparar nuestras decisiones basadas en algo tangible.
Hoy en día resulta sumamente complejo poder entender el comportamiento de las personas y más en un proceso donde las entrevistas no deben durar más de 40 minutos (la más extensa); contemplando que todo este tiempo la persona que tienes enfrente como reclutador muy seguramente te está mintiendo en prácticamente todo, sin embargo también hay verdades disfrazadas o no reflejadas por vergüenza o temor a no ser contratado y hay que decir que muchas veces porque como reclutadores solemos creer más en los comentarios de la empresa que en la del candidato.
Pero centrándonos en el término ‘’reclutador’’, como definición tenemos que es la persona dedicada a seleccionar, atraer e identificar los profesionales más adecuados para ocupar una vacante laboral. Pero cómo poder hacer eso si el mismo reclutador muchas veces no tiene ni idea de todo el conocimiento que se necesita detrás para poder determinar si otra persona tiene aptitudes óptimas de temperamento, gestión de emociones y todo eso que debemos evaluar los reclutadores y gerentes de recursos humanos. Si bien existen pruebas psicométricas y proyectivas, debería ser una obligación estar empapados de éste tipo de conocimiento todos los involucrados en el departamento de Recursos Humanos para poder realizar nuestro trabajo de una manera objetiva y clara.
A pesar de que no todos estudiamos lo mismo, es nuestra responsabilidad en el camino laboral ir aprendiendo nuevas técnicas, estrategias y conocimientos para desarrollarnos mejor y no solamente ir a realizar el trabajo como me dicen que se debe hacer sin fundamento alguno.
Otro tema, en éstos diez años no me ha tocado ver que a los que entran como practicantes les enseñen los distintos tipos de entrevistas, temas de interpretación de lenguaje no verbal, cómo leer pruebas psicométricas, cómo reaccionar ante un candidato impertinente; simplemente te mandan a entrevistar y tú ves cómo le haces (cabe aclarar que a todas las personas que han trabajado bajo mi responsabilidad siempre las capacito, sólo para que quede asentado).
La tolerancia bien entendida, más que soportar, se refiere a respetar. Walter Riso.
El reclutador, su tolerancia y la frustración a tope
Y hablando de tolerancia a la frustración, los reclutadores somos los primeros que caemos en no tenerla y es que por lo menos en México me atrevo a decir, si sumamos la presión que se exige, la carga de trabajo a veces para una sola persona o máximo dos (como se acostumbra) y la poca capacitación que se nos da, llega un momento en donde ya no sabemos para dónde hacernos. Y es que en algunas entrevistas hay preguntas tan desesperantes que hacen las personas y si contemplamos que el reclutador lleva aproximadamente 4 horas entrevistando y aparte de eso su jefe no deja de mandar mensajes pidiendo reportes cuando sabe perfectamente que está entrevistando.
Claramente el trabajar como reclutador se convierte en un calvario por el que transitas diariamente y es aquí en donde tenemos la respuesta del por qué a casi nadie le gusta el reclutamiento y con justa razón.
Contaré la experiencia de una amiga que tengo, no diré su nombre porque no sabe que estoy escribiendo sobre ella (seguramente se dará cuenta), pero si escribiré la historia que actualmente está viviendo en su trabajo. Ella es la única reclutadora para el hotel en el que trabaja y tiene que entrevistar alrededor de 15 personas diarias, no obstante, todos los reclutadores sabemos lo que esto conlleva y es un proceso muy tedioso y largo para que un candidato entre.
A veces el tiempo realmente no da para terminar todo ese trabajo y menos si no tenemos ningún tipo de ayuda. No obstante, esto su jefa, gerente de recursos humanos, la aborda pidiéndole realizar cosas que no son su responsabilidad y sin una razón de peso. Muchas veces es simplemente porque ella no quiere hacerlo y a pesar de todo eso su jefa prácticamente le dice que “no da el 100 por ciento y que esperaba
más de ella, que si no puede con el trabajo simplemente que renuncie; que hay muchas personas que quisieran su lugar”. Yo honestamente lo dudo con una jefa como ella.
Esta amiga (la llamaremos Monse) va una semana que todos los días me llama con una voz llena de frustración y desespero contándome que no puede más con esa situación pero no le es posible renunciar ya que tiene compromisos económicos que debe solventar. Sin embargo, ha tenido serios problemas de salud derivados de esta situación tan estresante y es que ya llegó al punto de que llega el domingo por la noche y comienza a tener esa sensación de ansiedad e incertidumbre porque se acerca el lunes y tiene que ir a trabajar.
Tal vez tú te sientas identificado con este suceso porque no es algo que sólo le pase a Monse, todos hemos estado ahí ¡o peor! actualmente estás en esa situación. Creo que el papel de los reclutadores es uno de los más importantes dentro de la empresa y muchas veces el menos valorado y el que todos creen que es el más fácil cuando en realidad es todo lo contrario.
Todo esto me lleva a concluir que si bien falta la cultura en muchas empresas de capacitar a sus reclutadores, primordialmente también es responsabilidad nuestra el capacitarnos por fuera ya que como siempre lo he dicho, el día que decidas retirarte de esa empresa o ellos decidan prescindir de tus servicios el conocimiento y las ideas innovadoras te las llevas tú, para que con ello puedas encontrar un empleo con mejores condiciones del que ahora has tenido y una vez que estemos en nuestro empleo soñado siempre recordar cómo nos hemos sentido y ser más empáticos con los que vienen detrás de nosotros y aligerarles el camino.
Recuerda que todo lo bueno que hagas se regresa multiplicado y que nunca sientas que alguien más puede quitarte tu puesto; porque tú no eres el puesto, ¡el puesto eres tú!. Y el sol siempre sale para todos.