Getting your Trinity Audio player ready... |
Cuentan las malas lenguas que durante el año de 1984 nació la idea de operar una agencia de viajes local en el entonces paradisíaco y muy joven, Cancún. Cuando llegué por primera vez a esta empresa, ya tenía diez años de haberse acuñado esta idea y estaba en proceso de crecimiento. En aquel entonces, el comercio electrónico no existía ni en mis sueños… pero sí en los de cierto ingeniero.
¿Quién podría pensar entonces que un proyecto que nació en un escritorio bajo una palapa en la playa del hotel Kin-Ha, con pinta de concesión de tienda de buceo, podría convertirse en una agencia de viajes? La concesión era operada por algunos empleados del hotel, entre ellos Juan Ignacio García Zalvidea y Julián Balbuena; Fernando García se encargaba de ser el chofer y guía de turistas para las actividades ofrecidas.
Algo que quizás pocos saben es que la historia de Best Day inició en los hoteles. El crecimiento fue tan rápido como la lechuga, convirtiendo a BEST DAY TOURS CANCÚN en una empresa de vanguardia en pocos años. Para 1993, la transportadora ya estaba posicionada, contando incluso con el respaldo de quien generó el nombre “El mejor día de mi vida”.
En 1994, BEST DAY TRAVEL GROUP gestionaba los hoteles Kin-Ha (BeachScape Kin-Ha), el recién inaugurado Costa Real (hoy Occidental Costa Cancún), y otro hotel: Laguna Real (ahora Grand Royal Lagoon). Ya estaban formalmente instalados en oficinas propias, en un pequeño mezzanine entre la recepción y el primer piso.
En ese entonces, Best Day Travel contaba con menos de cien personas en todos sus departamentos:
– Dirección General: cuatro personas (director, secretaria y asistentes)
– Contabilidad: dos personas
– Gerencia: dos personas
– Operaciones terrestres: cinco personas
– Ventas (oficinas): cuatro personas
– Caja General: dos personas en Costa Real
– Representantes de ventas: veintiséis personas
– Choferes de Van: cinco choferes y dos lavadores de camionetas
– Aeropuerto: veinte personas (tres supervisores y 17 agentes)
Aún no había oficina en Playa del Carmen.
Fueron años de mucho aprendizaje, cambios y grandes emociones. Aquellos que nos conocimos en esos años seguimos cada uno su rumbo, aunque algunos continuamos en afectuoso contacto.
Sobra decir que la calidad humana que caracterizó al Best Day que viví antes del año 2000 fue una etapa que definitivamente te hacía sentir como en familia (a veces, hasta te sentías parte de la familia McPato). Fernando García tenía un sexto sentido: cuando preguntaba “¿Cómo estás?”, podía percibir si atravesabas por alguna dificultad. No es una crítica ni un invento; él podía abrir su cartera y entregarte todo lo que llevaba, sin esperar nada a cambio. Se sabía bendecido y compartía de corazón.
Hay muchas historias como esta, de aquellas posadas de la agencia donde los regalos de última hora podrían igualar a un auto último modelo.
Gracias a esos años de trabajo en los inicios de Best Day, solía jactarme diciendo: “Tengo el honor de que Julián Balbuena me salude por mi nombre”. Quien no me creyera, bastaba que me acompañara por los pasillos. Si corríamos con suerte de encontrar al ingeniero, lo comprobaba con un simple saludo.
“Buenos días, ingeniero”.
“Buenos días, Mauro”.
—¿Viste? Te lo dije.
Gracias al conocimiento que tenía sobre los tours locales, en 1998 ingresé al área de ventas por internet. Estábamos experimentando con la promoción de servicios de hotel, traslados y excursiones en la “edad de piedra”, usando teléfono, fax y el incipiente correo electrónico. Por favor, dime que no sigues haciendo lo mismo…
En 2001 recibí una oferta de trabajo que me pareció buena y renuncié. Sin embargo, en marzo de 2006, tras varias vicisitudes laborales y los efectos del huracán Wilma, regresé a Best Day. Fue un golpe duro: la empresa había cambiado radicalmente, y el área de ventas por internet se había modernizado, ahora funcionaba como call center, y TODOS eran bilingües. Fue aquí donde conocí el lema que ostentaron durante muchos años:
“Haz todo con amor: a tu familia, a tus compañeros y a tus turistas.”
Esta es una historia de calidad humana. A principios de 2009, la epidemia de la gripe porcina dejó a la industria turística al borde de la quiebra. Sufrimos la cancelación masiva de viajes y vuelos por dos meses, periodo en el que la empresa mantuvo a todo su personal y apoyó con “salarios de garantía” a todos los comisionistas.
Me tocó vivir dos mudanzas, en las que cada vez que llegábamos a las nuevas oficinas, nos parecían enormes, aunque después ya no cabíamos. Me habría tocado una tercera, pero no estuve para la mudanza de 2003, cuando el entonces Gran Caribe Real albergaba las oficinas.
A finales de 2009, tuve la inquietud de emprender mi propia empresa por internet, por lo que renuncié de nuevo. Para abril de 2010, tuve la fortuna de que me contrataran nuevamente en mi puesto anterior. Así es, me iba y regresaba “como el Monte de Piedad”, siempre encontrándome con más cambios.
En 2013, Fernando García, el hombre que le dio vida al sueño laboral de muchos, falleció. Esto fue sentido profundamente por todos aquellos que tuvimos la fortuna de conocerlo.
Una infinidad de personas ha pasado por esta empresa. En lo personal, Best Day siempre me trató bien, aun cuando no comprendía las decisiones que se tomaban en mi departamento en los últimos años.
Pero en el turismo, como en la vida, todo sigue, a pesar de la historia que cargamos a nuestras espaldas.